
El campo necesita jóvenes que sean factor para el cuidado del agua y el entorno: investigador UG
- A lo largo de casi tres décadas, Ricardo González Barbosa, experto en ciencias del agua, ha impulsado el desarrollo comunitario y la sostenibilidad
Guanajuato, Gto. 27 de junio de 2025.- Ricardo González Barbosa, profesor investigador de la Universidad de Guanajuato (UG) es ejemplo e inspiración sobre el compromiso de la ciencia con el desarrollo social y el cuidado de los recursos naturales.
El investigador, quien es ingeniero químico egresado de la UG, maestro en ciencias del agua y especialista en aguas y geohidrología, complementó su formación en colaboración con instituciones en Valencia, España. Actualmente, es Director del Departamento de Ciencias Ambientales, en la División de Ciencias de la Vida (DICIVA) de la UG.
Su historia de vida ha sido crucial para su ejercicio profesional, comenzando por su origen, la comunidad rural Purísima del Jardín, en Irapuato, dedicada al cultivo de la fresa, el tomate, la zanahoria, el maíz y el frijol, donde creció y se ha desarrollado durante los últimos 25 años, misma que ha apoyado a sus jóvenes para estudiar y salir adelante.
“No soy hijo de un agricultor, pero he estado permanentemente relacionado con la conservación de los recursos”, comentó el ingeniero al respecto de su niñez en compañía de sus abuelos y su padre en el campo. A lo largo de los últimos 30 años, ha observado el desuso de un canal y el decrecimiento del Río Lerma, el Río Silao y el Río Guanajuato, entre otros cambios en el manejo del agua y el suelo, y la modificación en la forma de vida: tierras de cultivo convertidas en desarrollos urbanos; agricultores y conservadores de recursos naturales transformados en jornaleros y empleados de empresas.

La formación universitaria del investigador en la otrora Facultad de Química, sembró en él un amor por dicha ciencia y las materias duras, pues, a través de ellas, es posible entender los fenómenos del entorno. Una de las tareas de sus proyectos de investigación es el desarrollo comunitario y la sostenibilidad.
Aunque tuvo la oportunidad de desarrollar su especialidad con la Universidad Politécnica de Valencia, decidió quedarse en México “para apoyar a mis hermanos, devolver a ‘mi gente’ algo de lo que he obtenido, desde lo académico, en aspectos de desarrollo personal, económico, salud, ocupacional y artístico. Esa es una tarea que, como universitario e integrante de una sociedad, he entendido que también debo aplicar”, expresó.

A partir de su especialidad en aguas subterráneas, ha trabajado en el desarrollo de modelos matemáticos para entender los acuíferos, como el de Irapuato-Valle de Santiago y el caso de Abasolo, identificar zonas de recarga, administrarlas y motivar actividades que promuevan su restauración. Con ese propósito, ha desarrollado metodologías para eficientizar el uso del agua y la gestion social participativa.
A lo largo de su trayectoria, ha trabajado con diversos consejos técnicos de protección del Área Natural Protegida de la Cuenca Alta del Río Temascatio, en la zona centro del estado de Guanajuato (es miembro permanente), la Organización Internacional de Normalización (ISO por su sigla en inglés), organismos operadores de Salamanca, Silao e Irapuato, distritos y módulos de riego, tanto por su interés en colaborar y abrir espacios para las y los estudiantes, como por invitaciones directas a causa de su labor en procesos de planeación estratégica y vinculación.


“Conservar el entorno inmediato es vital para sobrevivir en los próximos 100 años. Llevo más de 30 años picando piedra en el tema ambiental. Hemos avanzado muy lentamente en crear una cultura participativa. Hemos intentado con educación transversal, pero no solo la universidad debe asumir esta tarea, sino la sociedad en conjunto. Los temas ambientales no deberían ser modas, sino constantes”, enfatizó.
Sobre la recuperación de humedales, indicó que es importante identificar zonas para facilitar la recarga. Por ley, no es posible retener agua superficial, pero con cierto tipo de obras que promuevan la retención hidráulica, aunque mínima, se puede generar infiltración en zonas altas. Esto, a largo plazo, permite disponer de agua en zonas bajas. A nivel estado, se ha invertido en muchas plantas de tratamiento de aguas residuales, pero no todas están operando. De manera personal, el investigador ha hecho propuestas para crear plantas cuyo mantenimiento y operación requiera bajos recursos humanos y económicos.

A lo largo de los últimos 20 años, se han realizado esfuerzos aislados por parte de asociaciones civiles sin fines de lucro para llevar agua a todos, pero todavía, por la dispersión de las comunidades y la poca densidad poblacional en ellas, hay puntos con muy poco o nulo apoyo. El profesor ha trabajado con estudiantes de maestría y licenciatura en el desarrollo de ecuaciones y el seguimiento a obras de recarga, como reforestación y bordos. “Nos falta facilitar la información entre instituciones”, dijo.
En cuanto al impacto, se espera que las acciones se mantengan en al menos en 20 comunidades rurales de las cuencas alta y baja del Río Temascatio, con la generación de agricultura de traspatio, tratamiento de aguas residuales para la cosecha, retención de aguas de lluvias para la recarga, entre otras.
La implementación de estos proyectos ha permitido a muchos estudiantes un desarrollo integral. Alguno(a)s trabajan para la Organización de las Naciones Unidas; otro(a)s se involucran con pala, pico y sudor enseñando a la gente de las comunidades rurales qué y cómo hacer para generar una estabilidad en cuanto a salud, recurso alimentario, agricultura, uso de aguas superficiales y subterráneas; también en proyectos de investigación básica, como la determinación de materiales tóxicos y su distribución estadística en acuíferos aledaños, hasta la aplicación tecnológica en el desarrollo de plantas de tratamiento y ordenamiento territorial.
“El campo necesita gente. Los jóvenes tienen intereses diferentes y eso dificulta que se involucren. Llamaría a los alumnos y sectores sociales. Hay muchas carreras de ingeniería que pueden contribuir, desde las ambientales hasta las que trabajan con recursos, como agua, aire, suelo y salud ocupacional”, señaló el profesor. Considera que, desde la juventud, es importante incursionar en la vida política y la toma de decisiones ambientales. “Ellos van a ser los futuros expertos y tendrán que asesorar, consultar o generar el conocimiento para que las nuevas políticas a nivel estatal o municipal se implementen con las mejores tecnologías”.
Desde la academia, se plantean ideas para que estas converjan con las acciones de las sociedades o asociaciones, a fin de conseguir recursos para el desarrollo rural. “La sociedad debe crear fideicomisos para obras permanentes. La universidad tiene un compromiso para educar al respecto”, comentó.
La UG, particularmente la DIVICA, en Irapuato, y la División de Ciencias Naturales y Exactas, en Guanajuato capital, contribuyen para el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 11, “Ciudades y comunidades sostenibles, inclusivas, seguras y resilientes”, con el desarrollo de esquemas e impartición de capacitaciones técnicas y sobre seguridad hídrica para el manejo, a mediano y largo plazo, del líquido vital.

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